20111117

Síndrome de la vida en blanco

No hay nada peor para un escritor que encontrarse delante de una hoja sin nada  que decir. Las horas pasan pero ni una sola gota de tinta (electrónica, actualmente) mancha la perfecta blancura del papel. Algo parecido nos pasa en nuestra vida. Esos momentos en los que, aun sabiendo que tendríamos que hacer algo, que tendríamos que decir algo, ni una sola palabra sale de nuestros labios, ni un solo movimiento recorre nuestros cuerpos. Como si de un síndrome de Stendhal se tratara, nos quedamos paralizados y dejamos escapar el momento. ¿Miedo? ¿Nervios? Sin duda una reacción que se provoca en el cuerpo ante algo que nos perturba tiene que ver con la parálisis total, herencia de cuando nuestros primigenios antepasados se quedaban completamente quietos ante un depredador. Sólo que en este caso, la solución es tan sencilla como simplemente decir algo. 
Hay palabras que son difíciles de pronunciar, porque sabemos que decirlas nos cambiará para siempre, que manchara el lienzo que es nuestra vida, quizás para bien, quizás para mal. No podemos saberlo de antemano. Y es ese miedo, el miedo al que pasará, lo que nos paraliza, lo que nos impide actuar, lo que nos impide decir lo que tanto anhelamos decir. 
Sin embargo, al igual que un escritor termina pulsando la tecla y empieza a escribir, debemos oponernos a ese miedo, decir “no”, y pulsar la tecla que marcará para siempre la hoja en blanco (ya llena en realidad por la multitud de frases y tachones que llenan nuestro pasado) añadiendo un nuevo renglón a esta novela sin terminar que somos nosotros.

3 comentarios:

  1. Me quedo con el final: "[...]un nuevo renglón a esta novela sin terminar que somos nosotros."

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  2. Bravo Nacho, eres tinta fresca (electrónica) y tengo sed! quiero más! :D

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  3. Me ha gustado Nacho, no sabía que tú también escribías de vez en cuando

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