20111121

El nuevo Alatriste

“No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente”. Con esta línea arrancaba El Capitán Alatriste, la primera novela de una saga creada por mi admirado e inspiración Arturo Pérez-Reverte. Reverte habla aquí de una España ya olvidada, de otros tiempos, de aquel imperio en el que no se ponía el sol. Pero también habla de aquel reino desagradecido, que se construyó a base del sudor y la sangre de las personas de a pie que lo dieron todo por construirlo. De aquellas épocas en las que viejos soldados, ya cansados, acuchillaban al flamenco infiel, capaces hasta de parar un motín para defender a la patria y volver a amotinarse luego. De los que se gastaban los cuartos en vinos y putas, dineros ganados honradamente en su oficio de defender a la mayor puta de todas que es España.
Los tiempos han cambiado, ya no se desangra uno en tierras flamencas, ya no se lucha por Flandes, Rocroi o Breda, ya no se bate uno al grito de “¡Santiago y cierra España!” (y el que lo profiriese sería rápidamente tildado de facha) pero ha quedado un poso en el español de a pie, heredero de todas las batallas perdidas, que, actualmente, mientras los gatos gordos se acomodan en su butacas y venden la dignidad de sus gentes a precio de saldo, el viejo soldado sale adelante, el cuello de la chaqueta subida hacia arriba, la sonrisa sardónica en el rostro, las palabras sarcásticas en los labios, y el pitillo retorcido, de liar, entre los dedos, recordando todo lo que ha dado por esta patria que todo lo pide y nada devuelve, esta furcia ingrata que, espoleada por ese chulo que es el mercado y el gobierno, oprime hasta el último duro que sale de su bolsillo. 
Pero el español de a pie, que ha heredado toda la chulería de sus antepasados, se cala la boina, da una calada al pitillo y con un “la madre que os parió” decide que no se va a dar por vencido y que donde las dan, las toman.

3 comentarios:

  1. Me ha encantando. Y es difícil que yo diga eso.

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  2. Me alegro :) Y gracias por decirme que escribiera algo con esa idea.

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  3. Ídem Fran. Y añado un "la madre que te parió", bravo

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